Lo que encuentro es mil veces más bello de lo que busco. 23 de septiembre de 1996.
Soy de la opinión, y lo he repetido alguna que otra vez, que lo que te impacta un libro, un texto, una canción, el efecto de una película, una fotografía, un cuadro…hasta de un paisaje, está siempre acorde con tu momento vital, o más cierto aun, con el instante que estás viviendo.
Luego, afinaremos y podremos decir que son extraordinarios por tal razón o por la otra, justificar con argumentos (verdaderos, racionales, compartidos) nuestra elección. Pero si somos sinceros, el momento de dicha que hemos experimentado con ese pequeño trozo de arte, ese arrebato fugaz de emoción, ha tenido que ver con algo que estaba pasando en nuestro interior.
Quizás porque una se halla en época de aprender cómo bailar con pasos más lentos la armonía de la vida, cómo entender que, aunque el día sólo nos ofrezca veinticuatro horas, cada una de ellas, tal vez, puede llegar a disfrutarse en más de sesenta minutos. Que es sólo cuestión de atención, cuestión de palpar con conciencia. Quizás, quizás por todo esto, Autorretrato con Radiador (editorial Árdora Exprés) ha conseguido deleitarme.
El libro llegó a mí en Navidades por recomendación de alguien con gusto siempre exquisito. Está escrito por Christian Bobin, novelista y poeta francés que, al menos en nuestro país, no goza de mucho conocimiento. De hecho, creo, sólo hay dos obras suyas traducidas.
Es el diario de un año de la vida del autor. Viudo, con hijas. Cada día, en fragmentos cortos, nos cuenta alguna anécdota acontecida. Sí, anécdotas en su sentido más amplio, en el de sucesos irrelevantes, sin aparente importancia, pero que consiguen llenar su vida de sentido. Flores que compra y cuida, la luz que entra en una habitación, la emoción de una música, sus inquietudes para escribir… Pensamientos efímeros que se transforman en emanaciones de oxígeno para él, y desde luego, lo han sido para mí. Sus delicados momentos nos ayudan a apreciar hasta dónde puede dar de sí cada instante que vivimos.
Su prosa es lírica e inteligente. Su vida, la misma que la de cualquiera que esté dispuesto a sentirla.
La vida, la encuentro en lo que me interrumpe, me corta, me hiere, me contradice. La vida, es la que habla cuando se le ha prohibido hablar, echando por tierra previsiones y pensamientos, liberándonos de la sombría costumbre de uno consigo mismo. Martes 30 de abril de 1996.